martes, 28 de abril de 2015

La Nueva Ley de Montes...o desmonte

El pasado mes de marzo fue aprobada la nueva Ley de Montes que, unida a la también reciente reforma de la Ley de Parques Nacionales, pone en tela de juicio el futuro y viabilidad de los espacios naturales de nuestro país. Si la de Parques Nacionales amparaba bajo determinadas premisas, la caza en el seno de las joyas más álgidas de nuestro medio ambiente, algo impensable que dificulta y mucho promocionarlas como tal ante el turismo verde, la de Montes todavía ennegrece más la perspectiva. La nueva Ley de Montes priva de autoridad a los agentes forestales, que ya no podrán investigar o denunciar delitos medioambientales. Un ejemplo; si un guarda forestal observa las actividades de un furtivo, solo puede permanecer sobre el terreno y avisar al Seprona, únicos capacitados para actuar directamente. ¿Y mientras tanto? Pues mientras tanto el furtivo puede perpetrar su delito y poner tierra de por medio, algo sencillo cuando tenemos en cuenta lo agreste de la geografía pirenaica, y la falta de cobertura o comunicaciones rápidas que faciliten el aviso y detención de estos delincuentes. Tampoco parece que se orienten hacia lo sensato, las intenciones del gobierno a la hora de dejar en manos de los políticos regionales la recalificación de terrenos arrasados por las llamas. Si hasta marzo quedaba prohibida la construcción en dichos espacios, dado que estaba comprobada la relación entre incendios y proyectos especulativos del ladrillo, ahora otorga la mampara de un “interés público general” a aquellas administraciones que decidan sacar adelante por ejemplo, una urbanización de lujo en un valle de alta montaña recientemente abrasado. En palabras de organizaciones ecologistas o destacados naturalistas como Joaquín Araujo, esta ley supone un castigo a la guardería forestal por su implicación en perseguir los delitos cinegéticos y urbanísticos en grandes cotos de caza y una vuelta a los años sesenta, cuando la Guardia Civil era la encargada de velar por nuestros montes. Malos tiempos asoman desde el otro lado de la esquina.