lunes, 30 de marzo de 2015

Estamos en el puro inicio de la primavera. Pero ello no prueba la existencia de un botón mágico que el 21 de marzo, transforme el paisaje pirenaico de nevado a florecido, de blanco a verde. La primavera entrará lentamente y, de momento, el monte todavía presenta una estampa y posibilidad más acorde al 20 que al 21 de marzo. He aquí la lista de excursiones principales del Parque Nacional y el estado de los caminos: - Ordesa o Cascadas del Turieto Bajo: Sin problemas o Cascada de Cola Caballo: Con nieve a partir del Estrecho. Hay abierto camino así que no hay problemas para realizarla aunque es obligatorio el uso de buen calzado y llevar abrigo. o Fajas de Pelay, Racón, Canarellos y Flores: Todas cerradas por condición invernal. Mucho hielo. * Refugio de Góriz: Con nieve pero sin problemas para buenos conocedores del monte. Para quienes no lo sean, mejor evitarlos. - Bujaruelo o Valles de Otal y Ordiso: Nieve en el tramo final. Hay abierto camino así que con buen calzado y algo de tiento, no hay mayores problemas. o Camino de los Navarros: Sin problemas. Si se quiere realizar por la Faja de Correador, recomendamos evitarlo por la presencia de hielo. o El Cebollar: Sin problemas por la cara sur y mejor no realizarlo por la cara norte. o Puertos de Bujaruelo, Bernatuara, Lapazosa o Mulos: Mucha nieve y serio peligro de avalancha. Mejor para más adelante. o Valle de Sorrosal: Sin problemas. - Valle de Broto o Pueblo abandonado de Escartín; sin problemas. o Pueblo abandonado de Yosa; sin problemas. o Pueblo abandonado de Ayerbe; sin problemas. o Camino Real del Valle: sin problemas. o Hayedo de la Pardina del Señor; sin problemas. Para realizar alguno de los tresmiles del Parque Nacional, es mejor consultar condiciones climatológicas y de nieve a los guardas del refugio de Góriz. Estas zonas de alta montaña están en estos momentos, exclusivamente al alcance de montañeros experimentados y bien equipados.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Avalanchas en Ordesa

La pasada semana un alud causó serios daños en el almacén del Refugio de Góriz, obligando a sus dos empecinados guardas, a solicitar una evacuación de emergencia. Los aludes son un peligro latente durante el largo invierno pirenaico. Un peligro muy presente en el día a día de montañeses, fauna y excursionistas que, sin embargo, no resulta tan letal por aparecer exclusivamente, durante los meses en que las visitas a Ordesa se reducen de manera tajante. De hecho de los 700.000 visitantes que cada año acuden a recorrer los senderos del Parque Nacional, escasamente unos 20.000 lo hacen entre enero y marzo, limitando sus excursiones a breves incursiones de una o dos horas en zonas carentes de peligro. Febrero y marzo son meses especialmente comprometidos. Las nevadas de enero aguardan congeladas la llegada de nuevas nivaciones, las cuales caen sobre un terreno muy resbaladizo, lo que provoca un incremento notable del peligro. Para ayudarnos a medirlo y evitarlo, existe una escala europea aceptada por la mayor parte de los países del viejo continente, basada en una numeración del 1 al 5, definiendo como Débil la más bajas y como Muy Fuerte la más extrema, pasando por Limitado, Notable y Fuerte. En esta época nos hallamos en un riesgo Fuerte que obliga a limitar las excursiones o, en caso de carecer de experiencia montañera o material adecuado, directamente evitarlas. La práctica de deportes invernales debe realizarse con extremo cuidado, evitando salirse de pistas en caso de esquiar, procurando tantear muy bien la capa de nieve sobre la que se realiza esquí de travesía, calculando perfectamente la barranquera de hielo que se pretende escalar, dejando siempre dicho dónde se va e incluso, subiendo al monte equipado para afrontar esta realidad, como GPS de localización o globos de protección térmica y contra choques especialmente diseñados para la supervivencia en caso de ser sorprendido por una avalancha. Los grandes abismos del Parque Nacional son testigos diarios de esta realidad. Especialmente en días soleados, cuando el calor favorece el escurrimiento de capas de nieve, se escuchan el espectacular resonar de las aludes, precipitándose entre los abismos del valle. Trabajando en Torla, no es raro acostarse tras haber escuchado una docena de ellos. Una realidad hermosa si se contempla desde lejos y que, curiosamente, resulta muy beneficiosa para la naturaleza pirenaica. Los aludes favorecen la desaparición de masas boscosas para que crezcan luego ejemplares jóvenes y más saludables, los aludes dibujan el paisaje siendo un factor muy presente de erosión, los aludes causan víctimas entre la fauna salvaje (encontrarse sarrios, corzos o jabalis arrastrados es algo muy frecuente entre la guardería) favoreciendo que sus cadáveres ayuden a resistir el largo y duro invierno a otras especies como buitres leonados, buitres negros, quebrantahuesos, rabosos. En la naturaleza, todo tiene un objetivo, incluso aquello que parece es más violento, peligroso o dañino.