domingo, 3 de julio de 2016

Restricciones de Verano

Como todos los años, en cuanto llega el verano y la masificación llama a las puertas del valle de Ordesa, comienza a funcionar el sistema de acceso estival al interior del Parque Nacional. El sistema, ideado entre 1990-1998, se basa en dos restricciones fundamentales; la prohibición de acceso en vehículo privado al parking de la Pradera y el cupo de visitantes en el interior del valle, limitado a 1800 personas. En otros valles existe igual limitación respecto al número de personas que pueden encontrarse en el mismo momento dentro del espacio protegido. En Añisclo además, se establece, sobre todo por motivos de seguridad, la obligatoriedad del sentido único en la carretera Escalona – San Urbez, dado que lo angosto de dicha vía, complica y mucho la circulación. En 1990 no existía ningún tipo de restricción. En el caso de Ordesa, el sector que mayor presión turística soporta en julio y agosto, eso se traducía en un aglomeramiento de coches y personas impropio de un espacio protegido. La Pradera de Ordesa acumulaba entre 800-900 coches diarios y podían llegar a entrar hasta 4000 personas diarias. El resultado era que las colas de acceso alcanzaban la misma Torla (situada a 2 kmtrs del Puente de los Navarros) y que la fauna, agobiada antes semejante marea, huía hacia zonas mucho más tranquilas y menos frecuentadas. A la evidente depreciación en la conservación del Parque, la baja calidad de visita en zonas como Cola de Caballo, el peligro de incendios, las basuras y los ruidos (omnipresentes aún más si cabe en un valle de alta montaña). En 1990, no sin polémica por resistencias de los locales más empecinados, se estableció la primera limitación de acceso. Desde ese verano, cuando en la Pradera se alcanzaban los 1800 visitantes, se cerraba. Ocho años más tarde, también con abundante polémica, generada incluso desde Federaciones de Montaña (primeras interesadas en conservar Monte Perdido) se estableció la segunda, la más decisiva; prohibir el acceso en coche entre el 1 de julio y el 15 de septiembre y sustituirlo por un servicio de autobuses con alta frecuencia. La medida ha constituido una de las decisiones claves a la hora de comprender la actual buena conservación del valle de Ordesa. A pesar de que, casi veinte años después, todavía los hay, locales y visitantes, que no aceptan la necesidad de conservar lo que es de todos (pasados, presentes y futuros que un no lo conocen) lo cierto es que quienes conocimos la Pradera en 1988 y quienes la visitamos en plenos agosto, dos décadas más tarde, sabemos comparar, apreciar y defender la diferencia. En el tintero quedan, eso sí, otras medidas como el parking de Escalona y su correspondiente servicio de autobuses hacia San Urbez, que cierre de una vez el acceso a la carretera de Añisclo, peligrosa y altamente dañina para un valle extremadamente delicado o los accesos a Bujaruelo, zona de pre parque sí, pero cuya pista, en verano, supone todo un reto para compaginar conservación con el derecho a poner el pan sobre la mesa de nuestra gente.