miércoles, 28 de enero de 2015

En Recuerdo a "Laña".

El 6 de enero del 2000 fue hallado, en el corazón del Turieto Alto, el cuerpo de una cabra montés hembra. No era este un hecho banal y sin trascendencia. Como la muerte de Laña se extinguía sin remedio, el último representante de una especie presente en el Pirineo desde tiempos inmemoriales, pintada en las cuevas de Lascaux, exterminada por la avidez cinegética y la dejadez política cuando en los años 80 se tuvieron medios para salvarla. La humillación de ver como para estrenar el milenio, España se convertía en el lugar donde se extinguía la primera especie de mamífero en Europa desde hacía siglos. Desde entonces, 15 años hace ya, se ha intentado desarrollar un programa de clonación en base al material genético conservado de esta postrera hembra que, amen de mal dotado, advertía desde el principio la inutilidad de tal esfuerzo, dado que podrían, con mucha suerte, obtenerse ejemplares exclusivamente de un solo género y encima, con las mismas taras y enfermedades que Laña sufrió en vida (murió con casi 20 años de vida). A muchos nos parecía que la clonación era la excusa para postergar lo que, finalmente, terminó siendo tan sensato como inevitable: El verano del 2014 vio el inicio del Plan de Reintroducción de la Cabra Montés en el Pirineo, abordado en Francia y que, parece ser, pretende prolongarse territorialmente en Aragón. Plan que ya ha conseguido crear un par de rebaños, unido al existente ya en la Sierra de Guara y obtener la misma población de cabras que había en la cordillera hace siglo y medio. La subespecie Capra Pyrenaica Hispánica utilizada en este Plan es idéntica en cuanto a morfología y comportamiento a la Capra Pyrenaica Pyrenaica perdida en el 2000. Sus posibilidades de abrirse camino y recuperar el nicho ecológico perdido hace década y medio son altísimas aunque no le falten adversarios bípedos, encabezados por el lobby cinegético, empeñado durante años en impedir durante años la reintroducción preocupada por perder los beneficios económicos que la caza de cabras genera. Veremos a ver si la sombra de Laña regresa en unos años a Ordesa y podemos volver a presumir escuchando el crujir del cuerno de los grandes machos cuando estos entran en celo, rebotando entre los paredones del Turieto. ´ Sería Justo....digo yo.